Para mí, la vida es un camino que
se recorre, en el cual uno no sabe que es lo que le espera más adelante pero,
si sabe lo que dejo atrás. Con esto quiero decir que cada momento que pasa,
cada experiencia, buena o mala, es un recuerdo que marca la vida de uno y horma
a la forma de ser y, ver la vida. Es por
ello que me gusta recordar aquellos momentos, que a lo largo de mi vida, han
plantado en mí, una enseñanza que me hace ser mejor persona cada día.
Así que, haciendo alusión a esto;
mi historia comienza cuando estaba recostado sobre las piernas de mi hermana, mi madre en el asiento
del copiloto, y mi padre conduciendo rumbo al aeropuerto. Pues ese día
viajaríamos al país donde “los sueños se
hacen realidad” y no quería perderme ningún momento. .
Ya en el aeropuerto nos tocó esperar a que nos llamaran para abordar el avión; mientras que mis papás esperaban la llamada en
la cafetería, tomando un café, yo, estaba pegado al gran ventanal que había en
el aeropuerto, tratando de ver los aviones y buscando en cual viajaríamos. Cuando llegó esa gran llamada,
las emociones comenzaron a surgir ya que aunque era un viaje familiar, no toda
la familia viajaría, pues mi hermana Paola no tenía la
visa. Luego de que intentó dos veces pedirla, por algún motivo, rechazaron su
solicitud. A lo mejor porque en ese tiempo no trabaja debido a que estaba
terminando sus estudios universitarios. Recuerdo que en el avión le
contaba a mi mamá todas las cosas que quería hacer y todo lo que quería
comprar, pues creía que allá todo era barato y que con trescientos dólares
podría comprar un IPad, un computador portátil, mucha ropa y juguetes. Hicimos
escala en Bogotá y ahí fue cuando conocí lo que era
tener frío, pues esa mañana estaba helando en la Capital de la ciudad, yo ya
había estado allá, pero no recordaba el frio que hacía en las mañanas. Tras
estar dos horas en la sala de espera, llegó el momento de partir a donde vive
Mickey Mouse. El avión en el que viajamos a E.E.U.U era más chévere que
el que nos llevó a Bogotá, porque tenía
para ver películas y juegos, mientras que el otro no tenía nada, solo una
revista de moda.
Al llegar a Miami, luego de pasar
por inmigración y recoger las maletas, nos encontramos con mi prima Rebeca y
con el esposo, era la primera vez que los conocía
aunque ya mi papá me había contado de ella; ellos nos llevaron a la
casa. En el trayecto a su casa, buscaba en las calles el carro con el que
siempre había soñado, un Ferrari. Ese
día fue un día normal, lo único que hicimos fue ir a recoger al aeropuerto a mi
otra hermana Tatiana que llegaba con su esposo Jaime y mi sobrino Alejandro. Para mí, fue una sorpresa que ella viajara con nosotros, pues
hasta donde tenía entendido, el viaje era solo con mis papás. El resto
del día dormimos para reponer energías. En los días siguientes recorrimos la
mayor cantidad de ‘malls’ o centros comerciales que mi hermana y mamá veían. Y conociéndolas,
iban entrar a todos los locales a
probarse ropa y ver cosas que a lo mejor no comprarían. Mi papá, Jaime y yo nos
fuimos a recorrer el centro comercial, dejando que las dos mujeres disfrutaran
su momento. Nosotros, encontramos nuestra propia diversión. Al llegar a la
plazoleta de comidas y ver que cada restaurante daba degustaciones de su
comida; comimos todo tipo de comidas desde comida oriental hasta comida árabe,
y lo mejor es que fue gratis. Lo que más disfruté de mis días en Miami fue
cuando compré mi PSP (PlayStation Portable), pues, a mi corta edad, nunca había
tenido una consola de juegos y al haberla comprado con mi propia plata me hacía
sentir independiente y pensar que mis padres no tendrían poder sobre ella, para
mi sorpresa, resulto que si lo tendrían.
Luego de dos semanas en Miami,
Jaime decidió alquilar una van para viajar por carretera a Orlando. Allá,
dormiríamos con la familia de la prima de la secretaria del esposo de mi
hermana. Al principio no encontré ningún problema, pues la pareja tenía dos
niños con los que creí poder jugar. Pero no todo fue diversión; el problema
llegó cuando comencé a ver que mi hermana y mi mamá le ponían más cuidado al
hijo mayor de la familia y no a mí. Entonces, con celos, lo trataba mal y no lo
dejaba jugar con mi PSP; con el menor sí no tenía problemas porque era chistoso
y me buscaba juego, así que no le tenía rencor. Al día siguiente de haber
llegado a Orlando, fuimos al primer parque de diversiones que nos recomendaron:
Universal Studios. Algo que no olvido por nada es que apenas uno entra se
encuentra con la primera montaña rusa, que es con la temática de Hulk Entonces
lo primero que hice fue salir corriendo a hacer la fila y poder montarme. Mis
papás se aventuraron a montarse conmigo y, aunque Tatiana quería, Jaime no la
dejó que porque supuestamente él no quería quedarse cuidando a Alejandro. El
mejor recuerdo que tengo de ese parque fue que Jaime vio una atracción en la
que era como un ascensor que solo subía y bajaba, así que él
decidió montarse conmigo y con mi papá, cuando el ascensor salió disparado hacia arriba lo único que se escuchaba eran los gritos de
Jaime diciendo que se quería bajar. Luego de ese día, él no se volvió a
montar a ninguna atracción de los parques.
Otra experiencia que tuve, fue en
mí último día en Orlando, la cual fue en
Disney Hollywood Studios. Resulta que ese día decidimos quedarnos para el show
final que ofrecía el parque y, luego de comer, todos acordamos ir a ver el
show. Lo que sucedió fue que de la emoción salí corriendo para coger lo mejores
puestos. Al no ver a mi familia por
ningún lado, Luego de 10 o 15 minutos, ya estaba asustado por no verlos, así
que comencé a caminar para ir en busca de ellos. Cada paso que daba y no los
veía era una lágrima más que salía de mis ojos, pues tenía miedo de no
volverlos a ver y saber que me quedaría solo. Luego de que un guía del parque
me vio perdido decidió ayudarme y me dio un pase VIP para caminar por un
sendero privado que facilitaba la salida del lugar donde se hacia el show.
Cuando se terminó el camino, lo único que pude hacer fue sonreír porque justo
en frente mío estaba mi mamá y mi hermana con mi sobrino. Así que salir
corriendo a abrazarlas y al llegar me preguntaron porque estaba llorando, y les
conté porque estaba así. Para mi sorpresa, ellas quedaron asombradas porque no
se habían dado cuenta que estaba perdido.
Luego de haber tenido una gran
despedida con el maravilloso mundo de Disney, mi sueño estaba por terminarse,
pues ya se habían acabado las vacaciones y era hora de volver a mi hogar
Mi historia comienza cuando estaba recostado sobre las piernas de mi hermana, mi madre en el asiento del copiloto, y mi padre conduciendo rumbo al aeropuerto. Pues ese día viajaríamos al país donde “los sueños se hacen realidad” y no quería perderme ningún momento. . Ya en el aeropuerto nos tocó esperar a que nos llamaran para abordar el avión; mientras que mis papás esperaban la llamada en la cafetería, tomando un café, yo estaba pegado al gran ventanal que había en el aeropuerto, tratando de ver los aviones y buscando en cual viajaríamos. Cuando llegó esa gran llamada, las emociones comenzaron a surgir ya que aunque era un viaje familiar, no toda la familia viajaría, pues mi hermana Paola no tenía la visa. Por algún motivo, rechazaron su solicitud; a lo mejor porque en ese tiempo no trabaja debido a que estaba terminando sus estudios universitarios. Recuerdo que en el avión le contaba a mi mamá todas las cosas que quería hacer y todo lo que quería comprar, pues creía que allá todo era barato y que con trescientos dólares podría comprar un IPad, un computador portátil, mucha ropa y juguetes. Hicimos escala en Bogotá y ahí fue cuando conocí lo que era tener frío, pues esa mañana estaba helando en la Capital del País, yo ya había estado allá, pero no recordaba el frio que hacía en las mañanas. Tras estar dos horas en la sala de espera, llegó el momento de partir a donde vive Mickey Mouse. El avión en el que viajamos a E.E.U.U era más chévere que el que nos llevó a Bogotá, porque tenía para ver películas y juegos, mientras que el otro no tenía nada, solo una revista de moda.
ENSAYO AUTOBIOGRÁFICO FINAL
Mi primer viaje fuera del País
Para mí, la vida es un camino que se recorre, en el
cual uno no sabe que es lo que le espera más adelante pero si sabe lo que dejo
atrás. Con esto quiero decir que cada momento que pasa, cada experiencia buena o mala, es un recuerdo que marca la vida
de uno y horma la forma de ser y ver la vida.
Es por ello que me gusta recordar aquellos momentos, que a lo largo de
mi vida, han plantado en mí, una enseñanza que me hace ser mejor persona cada
día.
Así que, haciendo alusión a esto; los recuerdos son un factor
importante en la vida de cada persona ya que determinan la manera en como las
personas ven la vida. Cabe resaltar que la manera en que ven la vida (las
personas) depende del tipo de acontecimientos sucedidos en un pasado.
Así que, “Las emociones
estructuran la memoria y actúan en forma selectiva, manteniendo algunos
recuerdos y otros no, según sea el estado de ánimo. Estos recuerdos sirven para
darle estructura a la identidad, actuar de manera coherente, tomar decisiones y
poder proyectarse en el futuro. Se recuerdan con preferencia los sucesos
emocionalmente significativos que le dan sentido a la existencia” (Van Der
Linden y D’Argemben, Las emociones y los recuerdos, 2011).
Mi historia comienza cuando estaba recostado sobre las piernas de mi hermana, mi madre en el asiento del copiloto, y mi padre conduciendo rumbo al aeropuerto. Pues ese día viajaríamos al país donde “los sueños se hacen realidad” y no quería perderme ningún momento. . Ya en el aeropuerto nos tocó esperar a que nos llamaran para abordar el avión; mientras que mis papás esperaban la llamada en la cafetería, tomando un café, yo estaba pegado al gran ventanal que había en el aeropuerto, tratando de ver los aviones y buscando en cual viajaríamos. Cuando llegó esa gran llamada, las emociones comenzaron a surgir ya que aunque era un viaje familiar, no toda la familia viajaría, pues mi hermana Paola no tenía la visa. Por algún motivo, rechazaron su solicitud; a lo mejor porque en ese tiempo no trabaja debido a que estaba terminando sus estudios universitarios. Recuerdo que en el avión le contaba a mi mamá todas las cosas que quería hacer y todo lo que quería comprar, pues creía que allá todo era barato y que con trescientos dólares podría comprar un IPad, un computador portátil, mucha ropa y juguetes. Hicimos escala en Bogotá y ahí fue cuando conocí lo que era tener frío, pues esa mañana estaba helando en la Capital del País, yo ya había estado allá, pero no recordaba el frio que hacía en las mañanas. Tras estar dos horas en la sala de espera, llegó el momento de partir a donde vive Mickey Mouse. El avión en el que viajamos a E.E.U.U era más chévere que el que nos llevó a Bogotá, porque tenía para ver películas y juegos, mientras que el otro no tenía nada, solo una revista de moda.
Al llegar a Miami, luego de pasar por
inmigración y recoger las maletas, nos encontramos con mi prima Rebeca y con el
esposo, era la primera vez que los conocía aunque ya mi papá me había contado de
ella; ellos nos llevaron a la casa. En el trayecto a su casa, buscaba en
las calles el carro con el que siempre había
soñado, un Ferrari. Ese día fue un día normal, lo único que hicimos fue
ir a recoger al aeropuerto a mi otra hermana Tatiana que llegaba con su esposo
Jaime y mi sobrino Alejandro. Para mí, fue una sorpresa que ella viajara con
nosotros, pues hasta donde tenía entendido, el viaje era solo con mis papás. En
los días siguientes recorrimos la mayor cantidad de ‘malls’ o centros
comerciales que mi hermana y mamá veían. Y conociéndolas, como toda mujer, iban
entrar a todos los locales a probarse
ropa y ver cosas que a lo mejor no comprarían. Quizás este pensamiento lo
desarrolle o lo idealice debido a la sociedad en la que he crecido; pues desde
pequeño me han dicho que las mujeres siempre van a los centros comerciales a
mirar ropa y cantidades de cosas que al final no compraran. Este tipo de
estereotipos, aunque parezcan inofensivos, son los que dan pie para que la
sociedad siga creciendo con un pensamiento machista donde “La consecuencia más
nefasta derivada de los estereotipos de género es la violencia sexista; ya que
los estereotipos generan desigualdad y esta desigualdad provoca en última
instancia situaciones de abuso y maltrato” (Sánchez castilla, Estereotipos de
género, 2011). A pesar de que en mi adolescencia tuve todo tipo de pensamientos
machistas, los cuales conducían mis pensamientos a estereotipos en los cuales
creía que la mujer no tenía valor alguno; poco a poco esos pensamientos fueron
cambiando hasta cambiar por completo. Continuando, Mi papá, Jaime y yo nos fuimos a recorrer el
centro comercial, dejando que las dos mujeres disfrutaran su momento. Nosotros,
encontramos nuestra propia diversión. Al llegar a la plazoleta de comidas y ver
que cada restaurante daba degustaciones de su comida; comimos todo tipo de
comidas desde comida oriental hasta comida árabe, y lo mejor es que fue gratis.
Lo que más disfruté de mis días en Miami fue cuando compré mi PSP (PlayStation
Portable), pues, a mi corta edad, nunca había tenido una consola de juegos y al
haberla comprado con mi propia plata me hacía sentir independiente y pensar que
mis padres no tendrían poder sobre ella, para mi sorpresa, resulto que si lo
tendrían.
Luego de dos semanas en Miami, Jaime
decidió alquilar una van para viajar por carretera a Orlando. Allá, dormiríamos
con la familia de la prima de la secretaria del esposo de mi hermana. Al
principio no encontré ningún problema, pues la pareja tenía dos niños con los
que creí poder jugar. Pero no todo fue diversión; el problema llegó cuando
comencé a ver que mi hermana y mi mamá le ponían más cuidado al hijo mayor de
la familia y no a mí. Entonces, con celos, lo trataba mal y no lo dejaba jugar
con mi PSP; con el menor sí no tenía problemas porque era chistoso y me buscaba
juego, así que no le tenía rencor. Al día siguiente de haber llegado a Orlando,
fuimos al primer parque de diversiones que nos recomendaron: Universal Studios.
Algo que no olvido por nada es que apenas uno entra se encuentra con la primera
montaña rusa, que es con la temática de Hulk Entonces lo primero que hice fue
salir corriendo a hacer la fila y poder montarme. Mis papás se aventuraron a
montarse conmigo y, aunque Tatiana quería, Jaime no la dejó que porque
supuestamente él no quería quedarse cuidando a Alejandro.
El mejor recuerdo que tengo de ese
parque fue que Jaime vio una atracción en la que era como un ascensor que
solo subía y bajaba, así que él decidió montarse conmigo y con mi
papá, cuando el ascensor salió disparado
hacia arriba lo único que se escuchaba
eran los gritos de Jaime diciendo que se quería bajar. Luego de ese día,
él no se volvió a montar a ninguna atracción de los parques. La decisión
que él tomó se dio debido al miedo que le generan, por así decirlo, las
atracciones mecánicas. Todo esto tiene una explicación, y es que a algunas
personas no les gusta experimentar cosas nuevas debido a que no saben lo que
sucederá después, es decir, que no saben cómo comportarse ante una nueva
situación. Para Jaime las atracciones mecánicas eran una nueva experiencia que
se le presentaba, pues en su infancia no lo dejaban montarse a ninguna
atracción y su madre le hizo creer que eran peligrosas. Es por ello que al
entrar a un parque de diversiones como Universal Studios, tuvo una gran
confrontación con sus miedos y lo único que deseaba era encontrar seguridad
para sí mismo y su familia. Al realizar una investigación más profunda acerca
de este tema me encontré con un artículo en el cual definen; el miedo a nuevas
experiencias como Neofovia. Pero lo
que más captó mi atención fue según el escritor y psicólogo Robert Antón Wilson
(1983) “teoriza que la neofobia es instintiva en las personas que se convierten en padres y comienzan a criar a
sus hijos”. Prosiguiendo el análisis, se puede ver que Jaime encaja a la
perfección en la definición dada por Wilson, porque su instinto paternal solo
le advertía que todo a su alrededor era un posible peligro para su familia. Por
otra parte cabe recalcar que mi hermana logró que él se montara con ella a
algunas montañas rusas, pero después de ese día, no quiso volverse a montar en
ninguna otra atracción.
Otra experiencia que tuve, fue en
mí último día en Orlando, la cual fue en
Disney Hollywood Studios. Resulta que ese día decidimos quedarnos para el show
final que ofrecía el parque y, luego de comer, todos acordamos ir a ver el
show. Lo que sucedió fue que de la emoción salí corriendo para coger lo mejores
puestos. Al no ver a mi familia por ningún
lado, Luego de 10 o 15 minutos, ya estaba asustado por no verlos, así que
comencé a caminar para ir en busca de ellos. Cada paso que daba y no los veía
era una lágrima más que salía de mis ojos, pues tenía miedo de no volverlos a
ver y saber que me quedaría solo. Luego de que un guía del parque me vio
perdido decidió ayudarme y me dio un pase VIP para caminar por un sendero
privado que facilitaba la salida del lugar donde se hacia el show. Cuando se
terminó el camino, lo único que pude hacer fue sonreír porque justo en frente
mío estaba mi mamá y mi hermana con mi sobrino. Así que salir corriendo a
abrazarlas y al llegar me preguntaron porque estaba llorando, y les conté
porque estaba así. Para mi sorpresa, ellas quedaron asombradas porque no se
habían dado cuenta que estaba perdido.
Luego de haber tenido una gran despedida
con el maravilloso mundo de Disney, mi sueño estaba por terminarse, pues ya se
habían acabado las vacaciones y era hora de volver a mi hogar.
.
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